* Es urgente una inversión proactiva para reforzar la gestión de las enfermedades y los protocolos de bioseguridad. Sin una acción inmediata, la industria bananera corre el riesgo de enfrentarse a graves trastornos en un futuro próximo.
Agricultura & Ganadería
(FreshPlaza – Miércoles 12 de noviembre de 2025).- América Latina y el Caribe son la mayor región exportadora de bananas, responsable de cerca del 80% de las exportaciones mundiales¹. Dentro de América Latina, Ecuador es el mayor país productor, con una producción aproximada de 285 millones de cajas de 40 libras (18 kg) de bananas para la exportación. Esta cifra supera con creces la producción combinada de Costa Rica y Guatemala. “Para nosotros, Ecuador representa un área de producción relativamente pequeña de nuestro volumen total. Sin embargo, es una región de cultivo de suma importancia porque suministra fruta durante los periodos en los que Centroamérica no puede debido a condiciones meteorológicas adversas”, manifiesta Jorge Peláez Reyes, vicepresidente sénior de Fresh Del Monte para Centroamérica (CECAB). “Esto hace de Ecuador una región fundamental para asegurar a nuestros clientes un suministro de bananas constante y confiable”.
La destructiva enfermedad R4T
Ya en septiembre se confirmó el primer caso de R4T en Ecuador, lo cual es motivo de gran preocupación. Este hongo transmitido por el suelo se identificó por primera vez en el sudeste asiático y desde entonces se ha extendido por el continente asiático, Oriente Medio y Sudamérica. El R4T se propaga a través del material vegetal infectado y el suelo, y reduce el rendimiento y la calidad de la fruta. La enfermedad invade el sistema vascular de la planta, provocando su marchitamiento y muerte final. Aunque la progresión inicial del hongo parece lenta, esta tendencia puede cambiar rápidamente a un crecimiento exponencial. Es muy destructiva, ya que no existe ningún tratamiento químico eficaz, y el hongo tiene la capacidad de persistir en el suelo durante décadas. “Una vez que el R4T llega a una explotación, en esa tierra ya no se pueden producir bananas durante décadas”, comenta Peláez Reyes. “La principal preocupación es que algunos productores pueden carecer de medidas de bioseguridad adecuadas, o no tienen el poder económico para invertir en el control de la enfermedad. Si estas lagunas no se abordan con prontitud, las consecuencias podrían ser irreversibles una vez que la enfermedad se generalice”.
Encarecimiento de la lucha contra las enfermedades
Se necesita urgentemente una inversión proactiva para reforzar la gestión de las enfermedades y los protocolos de bioseguridad. Sin una acción inmediata, la industria bananera corre el riesgo de enfrentarse a graves trastornos en un futuro próximo. Desafortunadamente, la R4T no es la única enfermedad que afecta gravemente a la industria bananera; también está la sigatoka negra, que, aunque también es una enfermedad fúngica, difiere de la R4T en la forma en que ataca a la planta y en cómo se puede controlar. La sigatoka negra infecta principalmente las hojas de la banana, que reduce la fotosíntesis y el rendimiento. Se propaga rápidamente a través del viento y la lluvia, pero puede controlarse con fungicidas, variedades resistentes y una estricta higiene de campo. La sigatoka negra debilita la planta de la banana, pero no la mata del todo ni inutiliza el suelo. Con una gestión consecuente, la producción puede continuar, aunque a un coste significativamente mayor. “Es importante tener en cuenta que la resistencia a la medicación aumenta, por lo que son necesarios más tratamientos y se encarecen los costes”. La sigatoka negra está extendida por casi todas las principales regiones bananeras, como América Latina, el Caribe, África, el sudeste asiático y el Pacífico.
Consecuencias para productores y consumidores
Cada vez más, las enfermedades plantean serios retos a la industria bananera. En Costa Rica, uno de los principales países productores de banana, el impacto del hongo de la sigatoka negra es considerable, con unas pérdidas previstas de más del 22% para finales de año. Cada vez más, las regiones productoras se ven afectadas por enfermedades amenazantes, y mantener la categoría a largo plazo exigirá una colaboración más estrecha en toda la cadena de valor que garantice que se comprendan y compartan las presiones en los campos. “Los agricultores ya no pueden absorber solos estos costes crecientes y es crucial actuar colectivamente para apoyar a los productores y estabilizar la cadena de suministro. De lo contrario, la banana puede desaparecer”, advierte Peláez Reyes. A corto plazo, los consumidores podrían observar una menor disponibilidad de esta fruta, que además podría presentar unos precios más altos para compensar el coste del control de la enfermedad. ¹Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible
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